09-02-2006
Usualmente ignoro los asuntos relacionados con Linux como temas para escribir acá, pero hoy me encontré un rato leyendo un artículo de Forbes titulado The new barbarians. Habla de algo que Forbes denomina “te cheap revolution”.
El título del artículo hace alusión a “Barbarians at the Gate”, un libro que habla de como se efectuó la compra de Nabisco por parte su presidente por un total de 25 mil millones de dólares, constituyéndose en la transacción de este tipo más grande hasta ese momento en la historia de los EE.UU. Lo sigular del caso es que está rodeado de una historia hollywoodense de avaricia, engaños y contravenciones a todas las leyes relevantes. Es un libro para recojer polvo, pero lectura obligada para la audiencia de Forbes.
El artículo en cuestión trata de adivinar el futuro de la industria de software, pero no de esa de la disfuncionalidad llamada Microsoft Internet Explorer, sino de la realmente importante: la industria de datos. La industria de la que son parte Oracle y Google por ejemplo.
Y donde el arículo mete la pata es cuando confunde un movimiento hacia la confiabilidad y la seguridad con un movimiento hacia lo barato, que llama “the cheap revolution”. Un supuesto cambio revolucionario hacia el menor costo.
Superficialmente podría uno pensar que eso es correcto, que se han movido presupuestos de monstruos inmantenibles de NEC y Fujitsu hacia componentes más “comunes”, tanto a nivel de hardware como de software. Pero la realidad es otra: esos presupuestos han sido reevaluados y consistentemente existen administradores que han decido que es mejor lidiar con los dolores de cabeza producidos por tecnologías nuevas (si es que se le puede llamar nuevo a algo que tiene 15, 20 y 30 años en uso) pero para los cuales existen soluciones a la vista y no con dolores de cabeza “bien establecidos” pero sin ningún tipo de solución previsible.
Pero el punto que el artículo ni siquiera menciona — pues Forbes le tiene miedo al tema — es el asunto importane: la libertad. Incluso cuando estamos hablando de grandes compañías como Google, la elección de usar GNU/Linux tiene que ver con la libertad que tiene la compañía de tomar el código ampliamente disponible y modificarlo para sus propias necesidades. Google entiene perfectamente esta idea y por tanto se hace partícipe de la comunidad de desarrolladores. Por ejemplo en lugar de usar tecnologías propietarias para Google Talk, como si lo hacen Microsoft, AOL y Yahoo!, Google utilizó una tecnología abierta llamada Jabber. A fin de poder competir con las otras ofertas Google extendió Jabber en direcciones tales como video y voz y eventualmente puso esas mejoras a disposición de la comunidad (la cual ha resultado sorprendentemente lenta en implementarlas, pero eso es otra historia).
Algo en lo que lleva razón es que esta es una verdadera revolución. No es un proceso de arriba hacia abajo, sino de abajo hacia arriba. Se trata de consumidores ejerciendo su libertad de utilizar el producto que más les conviene al precio que más les conviene. No es someter a la empresa entera a ciclos de soporte irracionales y arbitrarios sino de adecuar los productos a las necesidades de la empresa. Poco a poco se está acabando con la noción de que la empresa debe acomodarse su funcionamiento al de productos externos y se está entendiendo que es posible hacer lo inverso.
Curiosamente el proceso es tan capitalista que quien puede salir perdidendo es la clase media: los individuos pueden hacer la elección por si mismos y no verse afectados; las grandes empresas pueden planear los cambios, contratar el personal necesario e implementar las nuevas ideas. Pero las empresas medianas, esas que tienen que poner cuidado a los efectos a corto y largo plazo de decisiones de esta clase y que no tienen capacidad para poner personal a trabajar en cosas de esta naturaleza quizás se quedan por fuera.
Otra forma de verlo es decir que es un mercado floreciente y con grandes oportunidades…