01-09-2007
El sábado 6 de enero aparece en La Nación un artículo de Roberto Sasso titulado “vacuna contra el futuro” y al respecto mi única reacción es preguntarme cuál es la agenda oculta que anda promocionando el autor.
Lo anterior por una razón muy simple: el artículo es muy “técnico” (a falta de una mejor palabra) para aparecer en un periódico como el mencionado, pero es demasiado escueto y simple como para aparecer en una publicación especializada. Más importante aún: el artículo no es de opinión. Contiene una opinión, encerrada en un espacio de dos o tres líneas, adornada con tres o cuatro párrafos de datos más o menos objetivos. Digo más o menos porque en informática existen temas que se refieren a políticas, no a hechos científicamente demostrables, e.g. políticas de seguridad, o políticas de desarrollo.
¿Entonces cuál es el punto del artículo? ¿llenar el espacio? Estoy seguro que existen muchas más opciones que se pueden utilizar para esto. ¿Publicar al autor para que cuando el diario lo ocupe no diga que no? Eso es sabido que lo hace más de un medio. ¿Instalar un tema en una parte ínfima del inconsciente colectivo para echar mano de esa programación cuando se ocupe? Podría ser. Más específicamente ¿instalar la idea de la existencia de otro de esos grupos de estandarización del cual el autor es director para latinoamérica? Saltó la liebre.
El artículo no menciona en ningún momento ese “detalle”. Seguro que se le olvidó al autor, ¿no? Pues no. Yo en realidad creo que esto es otro síntoma más de una cosa que se está comiendo a la sociedad en Costa Rica: no decimos lo que realmente queremos. Se promocionan ciertas cosas — buenas o malas, ese no es el punto — pero no se dice cual es nuestro propio interés en el asunto. No se dice que estamos promocionando nuestro negocio, nuestra agenda, nuestra visión de mundo. Tratamos de vender las cosas como si fuesen buenas para el resto del mundo, pero no decimos abiertamente cual es el beneficio que nosotros obtendremos.
Eso tiene un nombre: corrupción.