06-02-2008
Recién Sole escribió apasionadamente sobre “El clavel negro”, una película sobre la vida de Harald Edelstam, embajador sueco en Chile para el momento que ocurrió el golpe militar de 1973.
Comparto la opinión de Sole sobre la película: es mala. La actuación es floja, la narrativa sube y baja y se separa no solo significativamente sino molestamente de la verdadera historia.
Sobre esto último, creo que hay dos formas de verlo:
Una es que la película es históricamente inexacta (un buen indicio de lo cual es que todos los suecos hablan inglés entre ellos) y no refleja la realidad que se vivió en aquella época, y por tanto nadie debería verla y todos debemos boicotear a Faringer y Hultberg por (¿atreverse a?) hacer algo así.
La otra es que la película es históricamente inexacta (un buen indicio de lo cual es que todos los suecos hablan inglés entre ellos) pero dice desde el inicio que el argumento está basado en hechos que realmente ocurrieron pero que han sido modificados (y acá tengo que decir que el motivo ofrecido para cambiar los hechos es en sí razón para molestarse) … Entonces es necesario preguntarse ¿quién es realmente este señor Edelstam y qué de todo eso que aparece en la película fue lo que realmente hizo?
Yo usualmente voy con la segunda opción. Todas estas películas “basadas en un hecho real” son invariablemente distorsiones de la realidad. A veces son distorsiones inocentes y a veces son distorsiones realmente groseras. Por ejemplo en “A beautiful mind” la vida y la enfermedad que padece John Nash se trivializa tremendamente. Nash es un genio y Nash ha logrado cosas que gente “sana” jamás en su vida logrará. Pero la vida de Nash difícilmente es la historia rosa que se presenta en la película. Y Howard, el director, admite abiertamente que eso es así, que efectivamente trivializó a Nash para poder presentar el mensaje y que el mensaje fuese entendible.
Es realmente para molestarse el que presenten a Edelstam como un mujeriego, sí, creo que merece más respeto que eso. Y es molesto que presenten a toda una serie de personajes en la forma trivializada que lo hacen. ¿Pero es ese el mensaje? Creo que no.
Es lamentable que se recurra a contar cosas en la forma que se contaron, pues hoy en día la “realidad histórica” que se presenta en las películas se convierte tristemente en la realidad histórica. Habrá quien vea “El clavel negro” y crea que Salvador Allende se suicidó y que Harald Edelstam fue un mujeriego que arriesgó la vida para sacar de Chile a dos o tres socialistas muertos de hambre que estaban a punto de hundir a Chile en la miseria.
Pero habrá quien la vea y habrá quien preste a atención a la advertencia inicial de “esto no pasó realmente así” y que noten la nota al final donde cuenta que Edelstam le salvó la vida a más de un millar de personas que tuvieron que huir de su país porque de lo contrario habrían muerto torturados a manos de gente a la que le importaba más saber cuánto ganabas y de qué marca eran tus zapatillas y no realmente quién eras o qué hacías para que Chile se convirtiera en mejor lugar para todos.