De los mitos

06-09-2009

En el colegio tuve la buena fortuna de tener varios profesores muy buenos, no en el sentido que muchos dicen “qué buen profe” (“es fácil pasar”) sino “qué buen profesor” (“me facilita el aprendizaje”), y de alguno de ellos aprendí que existe algo que se llama “mito”.  Contrario al uso común, un “mito” no es algo falso, de hecho es algo cierto, y normalmente se refiere a una narración tradicional de carácter sagrado.  De “mito” surge la palabra “mitología” y en nuestra cultura la más sonada es posiblemente la “mitología griega”, esa donde los dioses viven allá arriba en una montaña, se convierten en toros y dejan embarazadas a mujeres desprevenidas.  Posiblemente por eso pensamos que “mito” quiere decir “algo que no es cierto” y en algunos contextos incluso se le endilga una carga peyorativa para producir “algo absurdo”.

Siempre he tenido curiosidad por diversos aspectos de la tradición judaica pero al mismo tiempo no tengo paciencia para recordar la genealogía de la misma, entonces normalmente olvido que — sobresimplificando — el cristianismo y el judaísmo son en su origen la misma cosa.  Una consecuencia directa de eso es que no siempre recuerdo (si es que alguna vez lo he sabido) qué es la Torá

El fin de semana, durante el almuerzo, por alguna razón, que ni viene al caso ni voy a intentar realmente recordar, pregunté casualmente “¿cuál es el mito de la Torá?”  Mi pregunta fue recibida con poco agrado y creo que hasta algo de disgusto, pues en lugar de la respuesta que esperaba lo que escuché a continuación fue “¡la Torá no es ningún mito!” Pedí las disculpas del caso y procedí a aclarar qué era lo que estaba preguntando, y seguidamente me explicaron que la Torá consta de los primeros cinco libros del Viejo Testamento, lo que los cristianos llaman el Pentateuco (Génesis, Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio), el conjunto de libros que escribió Moisés.

Pero igual no es exactamente la respuesta que andaba buscando… yo quería saber cuál es la historia que se cuenta respecto al origen de la Torá.  Leyendo resulta ser algo interesante.  El mito dice que la Torá fue creada, no escrita, antes de la creación del mundo y se utilizó para “construir” el mundo de la forma que ahí decía.  Posteriormente este texto fue revelado a Moisés en el Monte Sinaí, hace más de tres mil años, pero no necesariamente narra los hechos en el orden en que ocurrieron.  Un detalle curioso es que una escuela judaíca sostiene que Dios reveló a Moisés el texto completo de la Torá, incluída su muerte y los hechos posteriores.  Los académicos dan una versión diferente respecto al origen del texto y creen que la Torá es una compilación — o lo que nosotros normalmente llamamos antología — de textos independientes escritos originalmente en diversos momentos históricos, de hace más o menos dos mil quinientos años, lo cual explica por qué un texto que se dice transcrito por Moisés contiene información posterior a su muerte.  Los cristianos por su lado incorporaron la Torá al Viejo Testamento y creen que es una narración sin errores de la historia temprana del pueblo israelita.  Mas interesante aún, en la tradición islámica, la Torá es una revelación auténtica de la palabra de Dios que fue corrompida por los hombres.

Entendiendo la posición central que ocupa la Torá en el judaísmo, lo que yo quería saber era la función del texto, no desde el punto de vista de lo que dice sino de cuáles son los modelos de comportamiento que busca reforzar, por eso mi elección de palabra “mito”.  Un mito tiene como función por un lado darle sustento a las estructuras sociales y las instituciones, normalmente estableciendo que tienen un origen divino, y por otra parte proveen a la gente de una “experiencia religiosa” o más exactamente una “experiencia mística”, que se consigue “actuando” el mito como una forma de acercase a lo divino.  Ambas cosas se pueden ver fácilmente en el caso de la Torá, particularmente si se observa la labor titánica que sigifica crear una copia.  Contrario al Viejo Testamento, que al transcribirse sufrió mutaciones, la Torá se reproduce en forma exacta, “hasta el último punto y la última coma”.  Una Torá contiene exactamente 304805 letras y existen reglas estrictas respecto a la forma en la que se escribe.  A un escriba le toma alrededor de año y medio crear un nuevo rollo.

Por último hay otra cosa en torno a mi uso de la palabra mito que tiene que ver con algo que me comenzó a incomodar cuando todavía era muy joven: si todas las religiones se contradicen unas a otras en una forma u otra, ¿cómo es posible que todas sean ciertas?  Ahí la otra componente de un mito: es cierto, pero es cierto en un contexto cultural específico.  Esa es una forma más elegante de decir que muy pocas cosas pueden ser absolutamente ciertas y más bien la enorme mayoría son relativamente ciertas, es decir, son verdad cuando se ubican en determinado contexto.  Así por ejemplo, la creación de la Torá y su contenido son ciertos en el contexto de la tradición judaica.  Lo cual no quiere decir ni remotamente que yo crea que la Torá existió antes de que se creara el mundo, o para el caso, el Universo.



  « Anterior: Siguiente: »