Por qué Facebook y Twitter no me importan

04-25-2011

Rodolfo dice que Internet va a converger a Facebook. Si uno presta atención a la televisión, en particular a los comerciales, esto pareciera ser cierto, pues ya casi no hay comerciales sin una “f” y una “t” en una cajita celeste-azulada. Da la impresión que todas las compañías grandes, las que tienen para pagar anuncios en televisión, tienen “presencia” en Facebook, Twitter o ambos.

Eso amerita un enorme: ¡meh!

En algún momento pensé que Rodolfo tenía razón, que Facebook asimilaría a la red y que eventualmente no habría otra opción que unirse a la masa si es que uno quiere tener acceso a ciertos servicios. Pero pensándolo un rato más, no creo que llegue a ser así.

Facebook en realidad tiene dos dimensiones: por un lado está la gente compartiendo las fotografías de su última borrachera o las del bautizo de su último hijo, ó, para el caso, hasta los más minúsculos detalles de su vida (esa que antes era privada). Esas de verdad que no las necesito. Por otro lado están la multitud de empresas que, viendo el potencial de mercadotecnia encerrado en “me gusta”, han optado por crear canales de comunicación usando este medio. Básicamente un enorme truco de comunicación donde el que vende un producto se “acerca” más a sus potenciales clientes a través de la ilusión de una comunicación “más personal”. Y en esta misma categoría está un grupo enorme de malaconsejados que le han dado el beneplácito a su “presencia en Facebook”, la cual es administrada por la persona recién llegada que insiste en “Facebook es donde están las varas hoy en día”.

Un buen ejemplo de esto es Radio Universidad de Costa Rica, y específicamente el programa Desayunos con Radio Universidad. Por muchos años el único medio para realizar comentarios era ó llamar por teléfono para que alguien maltranscribiera el comentario o mandar un fax, pues la dirección de la radio se resiste a sacar llamadas en vivo al aire. A inicios del siglo XXI descubrieron que existía el correo electrónico, así que si un oyente mandaba un comentario a una dirección particular (que variaba según el día de la semana) tenía algún chance de que el comentario fuese leído al aire. Eso era una mejoría con respecto a la mala transcripción del teléfono. Igual “se los comía la tecnología”, pero por lo menos iban por buen camino. Sin embargo, recientemente comenzó a trabajar en la radio una estudiante que los convenció que Facebook era el futuro, así que crearon y publicitaron una cuenta ahí. Repentinamente el email cayó en desuso y el medio para realizar comentarios fue Facebook. Las múltiples direcciones de correo ya no las publicitan, se les olvida dar los número de teléfono de la cabina y lo único que repiten una y otra vez es el nombre de la cuenta en Facebook. Lo más curioso del caso: desde entonces han hecho varios programas advirtiendo sobre los riesgos del robo de identidad, los diferentes “peligros” asociados a Facebook, la ausencia de normativa en torno a la privacidad, el trasiego de datos privados por parte de empresas de este tipo, etc. Típico caso de “has lo que yo digo, no lo que yo hago.”

A pesar de que Desayunos de Radio Universidad me importa (no como programa, sino por lo que representa), prefiero no crear una cuenta en Facebook a fin de poder “interactuar” con ellos. Y tampoco quiero “interactuar” con Dos Pinos, ni con Telenoticias, ni con mi banco ni con ninguna otra cosa por medio de Facebook. Ante la pregunta de “¿cuál es tu cuenta de Facebook?” mi respuesta es siempre seca: “no tengo”. Y la pregunta nunca es “¿tenés …?” sino “¿cuál es …?”. En vista de eso uno podría pensar que Rodolfo tiene razón. Pero de verdad creo que no es así.

En primer lugar, los recursos de Internet realmente interesantes no están en Facebook. Tal vez Facebook sirva para comunicar su existencia, pero existen otra docena de medios, con políticas menos draconianas, mediante los cuales me puedo enterar si quiero. En segundo lugar, Facebook, por la propia naturaleza del negocio que es, no puede contener suficiente información. En otras palabras, ahí podrá estar el enlace a un documento, pero el documento como tal no está ahí. El tercero, que es quizás el más complicado y el más frágil, es que las conversaciones interesantes no se dan en Facebook, se dan otros medios. Facebook tiene un exceso de ruido, es como tratar de conversar en el mercado central. Digo que es frágil porque es cierto que alguna gente preferiría llevarse las conversaciones a Facebook, para ahorrarse la fatiga, y quizás eventualmente eso ocurra, por ejemplo en las elecciones del 2014.

El punto central acá obviamente es que lo que es interesante para mi puede no ser interesante para otra persona. Y sucede que lo que es interesante para mi tiene una repulsión natural hacia Facebook. Si estos fueran los 60′s, Facebook serían The Beatles, Elvis Presley y The Beach Boys, pero a mi me llaman más la atención Yes, Moody Blues y Jethro Tull. Hoy, medio siglo después, el “mainstream” sigue siendo “mainstream”, y las cosas que me gustan más siguen existiendo también.



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