10-19-2012
En ocasión de los recientes debates para la elección presidencial en los EE.UU. más de un opinólogo (Vilma Ibarra y Constantino Urcuyo para nombrar dos) han repetido una y otra vez ese lugar común que para ver quién ganó el encuentro uno debe mirar el video con el sonido apagado.
Pocas cosas pueden ser más absurdas, pero Jon Stewart, de The Daily Show, lo dijo mejor: si usted quiere decidir quién tiene la cara más bonita, apague el sonido, pero si lo que usted quiere es decidir quién tiene buenas ideas, apague la imagen.
El martes, mientras escuchaba el segundo debate entre Obama y Romney, miraba también la actividad en la esfera de Twitter de Sole, y, dejando de lado las cosas que iban en son de broma, era un poco deprimente ver uno que otro comentario respecto a el color de la corbata, la pose de la pierna, si levantó la ceja un milímetro más o menos, …
Yo comprendo por qué la idea de que es posible mirar a una persona y mágicamente “leerle la mente” resulta atractiva. Después de todo, prestar atención es difícil. Y es más difícil cuando esa atención está constantemente dividida entre tres páginas web, un tanto de chats, un teléfono y un televisor. Pero la noción de que la enorme mayoría de la comunicación es no verbal es un mito cuyo origen está en los años 60, con el trabajo de Mehrabian, que condujo una serie de experimentos y concluyó que solo el 7% de la comunicación es verbal si se trata de sentimientos y actitudes. Mehrabian mismo se vió forzado a aclarar esto en múltiples ocasiones, pero la gente prefiere recordar solo la (incorrecta) receta mágica: en cualquier situación y sobre cualquier tema, la aplastante mayoría de la comunicación es no verbal.
No existe manera alguna de entender que lo que Romney propone es un enorme “sálvese quién pueda” si uno se concentra en el color de la corbata y el arco de la ceja. Cuando Obama dice que la matemática de Romney no cierra, eso no tiene nada que ver con si tiene el saco abierto o cerrado. Cuando Obama pide detalles del plan fiscal de Romney y Romney no da ninguno, poco importa si la camisa es blanca y el saco azul o a la inversa.
Las elecciones de Noviembre en EE.UU. son más que un entretenido pasatiempo: definirán buena parte de la ruta por la que camine el mundo durante más que solo los próximos cuatro años. Definirán cosas que tienen que ver no solo con economía sino también con cambio climático y con política energética. Menos de un centenar de millones de personas en EE.UU. tomarán una decisión que impactará la vida de miles de millones en todas partes.
En ese sentido espero que quienes sí pueden decidir lo hagan con la imagen apagada y el sonido encendido.