09-08-2005
Estoy considerando ponerme en campaña: en febrero del 2006 vaya y vote. ¿Por quién? ¡Por el que sea! Literalmente.
El asunto es así: en nuestro sistema electoral tenemos cuatro opciones:
- Votar
Votar en blanco: el voto es mantequilla, no se cuenta para nada
y no afecta el conteo para el 40% requerido para ganar.
Anular el voto: es mantequilla, no se cuenta para nada
y no afecta el conteo para el 40% requerido para ganar.
No votar: igual mantequilla, pues no afecta el conteo para el
40% requerido para ganar.
De hecho lo único que las tres opciones que no son “votar” logran es facilitarle al candidato con más votos llegar al 40%. Por eso en febrero, ¡vaya y vote! No en blanco, no anule el voto. Vote por alguien, pero no por el o los candidatos que van más adelante en las encuestas pues eso les puede dar el gane.
Vaya y vote por el que sea. No nos pogamos de acuerdo, e idealmente ni siquera piense por quién está votando. Vote al azar. Cierre los ojos y deje caer el dedo sobre un candidato. Si es uno de los que “tal vez gana” intente otra vez.
¿Qué se gana? Se ayuda a financiar a las fuerzas emergentes, lo cual nos da más opciones en el 2010. Se evita que alguien llegue al poder con el 20% del padrón. Se fuerza la segunda ronda, que es un mensaje poítico que grita “¡no nos gusta!” mucho más fuerte que el abstencionismo.
Una cosa importante: para diputados no haga esto. Para diputados infórmese muy bien quienes son los candidatos y piense antes de votar (y si es posible, por favor no vote por maestros, ya estoy con el hígado cocido de escuchar “yo no entiendo nada de esto, pero de todas formas voy a votar a favor” en la Asamblea).
Dígaselo a sus amigos, en el 2006: ¡vote!