12-30-2005
Venía recién manejando a casa y en un momento me llamó la atención que estaba muy calmado. No es que hubiese razón para no estarlo, pero era un estado extraño de paz interior que no sentía hacía mucho rato.
Primero pensé que se debía a no traer ni un solo miligramo de alcohol en la sangre, pero no era eso. Sin embargo me hice el propósito continuar por ese camino. Si es que tomo cuando se que me toca conducir, siempre lo he hecho en cantidades muy moderadas, pero la conciencia de la lucidez extra resultó realmente muy agradable.
Venía pensando en Bruno Ganz (el que hace el papel de Hitler en “La Caída”), pues hace ya más de un año, a propósito del estreno en Alemania de esa película, el había estado en una entrevista, donde entre otras cosas, le preguntaron sobre la forma en la cual el papel lo afectó. Dijo que había sido “solo un rol”, pero que sin embargo si pasó por una época difícil a causa del mismo.
Puede ser que también venía pensando en Ulrich Matthes (Joseph Goebbels) que dijo que no volvería a hacer un papel como ese en su vida.
Puede ser que viniese rumiando la cita de Traudl Junge: “[…] en ese momento fue cuando realmente me dí cuenta que una corta edad no es una excusa. Y que hubiese sido posible haber llegado a saber cosas.”
O puede haber sido nada más que la amiga de la radio decidió que era una buena hora para poner tangos y venía apaciblemente escuchando de amores imposibles, fallidos o nunca intentados.
O puede ser que viniese pensando en otra cosa…