10-26-2006
Olvidemos por un segundo el problema práctico de que el referendo CONTINÚA sin ser reglamentado.
¿Por qué le teme el gobierno al referendo en el caso del CAFTA?
En primer lugar tenemos que tener claro que el único referendo posible sería uno de tipo consultivo, es decir, su resultado no sería vinculante para la Asamblea Legislativa.
Si el referendo resulta a favor del CAFTA, se utilizará para darle validez a la decisión de 38-19 que podría ocurrir, lo cual es bueno para el gobierno pues eso desligitimizaría definitivamente a cualquier opositor que se arrogue la voz del pueblo. Incluso se puede ir más allá y ante un resultado positivo, se podría cuestionar un eventual resultado 38-19 en oposición a un 57-0. En este país que todo lo mide en términos de la próxima elección un 38-19 sería un regalo de la providencia.
¿Pero si el referendo resulta en contra del CAFTA? Tendría el gobierno un problema. Hasta ahora el argumento ha sido que Óscar Arias en campaña dejó clara su posición en torno al CAFTA, al igual que Ricardo Toledo y Otto Guevara, y que las personas que votaron por el PLN, PUSC, ML, RN y UPC sabían lo que estaban haciendo. Se ha argumentado que el voto para Otón Solís era un voto anti-CAFTA y un voto para Arias era pro-CAFTA. ¿Por qué entonces se quebró el voto de la forma en que ocurrió?
¿Se puede realmente matimatequear el asunto en esa forma? ¿Se puede asignar un valor tan monotemático a la elección presidencial o la de diputados? ¿Se puede realmente asegurar que todos y cada uno de los votos pro-PLN en la elección legislativa fue un voto pro-CAFTA y que cada voto pro-PAC fue anti-CAFTA? Al día de hoy todavía no he conocido a una persona que votase pro-PAC y que favorezca el CAFTA pero si he conocido muchos votos pro-PLN que vienen de personas que rechazarían el CAFTA en un referendo. Y ahí yace el problema: un referendo, monotemático, respondería estas dudas y el gobierno teme que la interpretación no coincida con el resultado.
(Además de que la úlcera de Óscar Arias solo dudosamente soportaría otra elección)
En ese contexto, en caso de un voto negativo, muchos esperaríamos una respuesta de tipo “pero a mi me eligieron con el CAFTA en El Programa, ahora no me pueden cambiar la historia en medio vuelo”.
¿Por qué le teme la oposición al referendo en el caso del CAFTA?
Primero por ser un instrumento nuevo en Costa Rica, nadie sabe que puede salir de una consulta de esa clase. Nadie sabe que tanta participación tendría. Nadie sabe como entendería el costarricense promedio el mecanismo. Es decir, es ruleta rusa.
Está también el argumento de la inequidad, donde algunos sectores temen una campaña pro-CAFTA con muchos millones del sector empresarial versus una campaña anti-CAFTA financiada con rifas y turnos. Hasta ahora la campaña anti-CAFTA se ha desarrollado con comparativamente pocos recursos. Sí, ya se mide en millones, pero en millones de colones.
Es cierto que la oposición le teme a un resultado positivo, pero la pregunta de “¿qué hace el gobierno si el resultado es negativo?” es la que domina en sus cabezas. Como se dijo, somos muchos los que tememos que en ese caso el Poder Legislativo se atreva a ignorar el resultado. Para el gobierno, ese escenario reverbera demasiado con el ’48. Ese ’48 del cual viven y sobreviven, pero que bajo ninguna circunstancia quieren revivir.
Para la oposición un sí sería equivalente a “perder limpiamente” (aunque no faltaría quien gritara que los resultados estaban arreglados). Para el gobierno sería todo desde “una pérdida de tiempo” hasta la “reinvindicación de su mandato.”
En esta visión de las cosas es precisamente al “NO” al que ambos lados le temen.