04-08-2008
Así de simple: ví algunas vacas, en su mayoría me parecieron horribles. Lástima millón de dólares que se podría haber usado para darle leche a tanto niño que lo necesita en este país (un millón de dólares serían casi dos millones de litros de leche, suficiente para complementar la alimentación de cien mil niños durante más o menos seis meses).
En red cultura hay un vacartículo de Leda Astorga, la artista costarricense que se gana la vida haciendo gordos. Le respeto la opinión a Leda. Incluso le hice un comentario, pues lo que escribió me aclaró algunas vacadudas, en particular, por qué los “artistas” que participaron voluntariamente de esta tiradera de plata se quejan tanto porque les tocan las vacas. La respuesta parece ser que si las vacas se dañan, a los “artistas” les toca sacar de su bolsillo para arreglarlas.
Pero parece que cometí la imprudencia de hacer una anotación marginalmente ácida para con los artistas de este país en mi comentario, porque luego de varios días el “moderador” no lo ha aprobado aún. Y no es la primera vez que me pasa en los blogs de red cultura. Eso ya no me resbala como las vacas: de hecho no me resbala nada.
Hay varios sitios con blogs que siguen la desagradable práctica de aprobar comentarios. Tribuna democrática lo hace, eso es paradójico tomando en cuenta el nombre del sitio. Red cultura lo hace, que me resulta igualmente paradójico, pero puede tener que ver con el hecho que los artistas en Costa Rica en una cantidad apabullante de casos no parecen tener intención de defender otra libertad de expresión que no sea la propia. Y hay otro sitio de esa clase que también lo hace, pero se me escapa de la memoria en este momento.
Hay otros donde uno necesariamente tiene que registrarse y dar un nombre (subrayo un) y una dirección electrónica para yo que sé que cosa. ¿Mi nombre? Claro, con mucho gusto: Juan Santamaría, Perico de los Palotes, Pepe Antártico, Pepito, Javier, Jorge, Alberto, Francisco, o literalmente El Que Sea. ¿Mi dirección electrónica? Ni a putas. No me interesa tanto dejar mi comentario. ¿Y por qué así? Porque yo ni sé ni confío en lo que quieren hacer con mi dirección electrónica. Afortunadamente en época reciente encontré una solución a este problema: les doy una dirección electrónica, que no es mía ni de nadie, pero que donde puedo leer el correo que allí llegue. No pocas veces luego de poco tiempo lo que llega a esa dirección electrónica es solo SPAM. Tenía razón en desconfiar.