06-12-2008
Luego de leer al fascista del día me encontré releyendo algo de días pasados, tal vez el mito del eterno retorno asomando su cabecita.
Y aunque no tiene relación directa, no puedo evitar pensar en una conducta que observo todos los días que me causa extrañeza: en Costa Rica se conduce por la izquierda. Observen un día cualquier calle con dos o más carriles en el mismo sentido y verán que el de la derecha está casi vacío y el de la izquierda casi lleno.
Y es que el tema no termina ahí: se conduce por la izquierda a costa del resto del mundo. Es normal encontrarse a la carchachita del pobre frutero caminado a quince por hora por la izquierda. También va por la izquierda el señor que va de paseo con su familia y que no tiene prisa por llegar a ningún lado. Y lo mismo hacen los camiones que ahora vienen de día, de noche y a toda hora de Caldera, ¡qué felices deben estar los “productores” viendo como desaparecen nuestras carreteras bajo el peso de su esfuerzo! Y en un absurdo complejo inglés, ¡hasta los buses transitan por la izquierda!
Lástima que es la única izquierda por la que nos gusta caminar.
Porque la izquierda donde pagamos todas nuestras contribuciones a la Caja, esa no nos gusta.
Tampoco la izquierda donde trabajamos juntos para mejorar la educación para todos en lugar de insistir en financiar la clasista y excluyente, esa tampoco nos gusta.
Y menos esa donde pagamos los impuestos que nos toca, esa no solo no nos gusta, a esa le tenemos tirria, al punto que hemos convertido en verdadero deporte nacional la invención de formas de evadirla.
Pero la que odiamos, la que realmente odiamos, es la izquierda donde decimos lo que pensamos en lugar de aparentar que pensamos aquello en lo que decimos que no creemos.
Entonces tal vez eso es lo que pasa: estamos tan ocupados preocupándonos de decir lo que los otros piensan que nosotros defendemos que se nos olvida aquello en lo que creemos.
¿No sería más fácil nada más transitar por la izquierda, tal como lo hacemos todos los días?