Regalándolo (Cory Doctorow)

07-30-2008

Esta es una traducción del artículo “Giving it away” de Cory Doctorow. El original en inglés apareció hace muchos meses en Forbes. En aquel momento tuve la buena intención de traducirlo al Español, pero la empresa se llevó más tiempo del que esperaba. Cuando lo leí en aquel momento me pareció que estaba diciendo algo por una parte obvio pero por otra parte ignorado por muchas personas en todo el mundo.

He estado regalando mis libros desde que se publicó mi primera novela, y vaya si eso me ha deparado un montón de dinero.

Cuando mi primera novela, “Down and Out in the Magic Kingdom” (“Abajo y afuera en el reino mágico”), fue publicada por Tor Books en Enero de 2003, puse simultáneamente el texto electrónico completo de la novela en Internet bajo una licencia Creative Commons que incentivaba a mis lectores a copiarla ampliamente. En el plazo de un día fue bajada 30 mil veces desde mi sitio (y quienes la bajaron tenían la libertad de hacer más copias por su cuenta). Tres años y seis reimpresiones después, más de 700000 copias del libro han sido descargadas desde mi sitio. El libro ha sido traducido a más lenguajes de los que puedo llevar cuenta, conceptos claves de él han sido adoptados para proyectos de software y existen en línea dos adaptaciones de audio que compiten una con otra y que fueron realizadas por fans.

La mayoría de las personas que bajan el libro no terminan comprándolo, pero de cualquier forma ellos no lo hubiesen comprado, así que no perdí venta alguna, tan solo gané una audiencia. Una pequña minoría de quienes lo bajan consideran el consideran al libro electrónico un substituto para el libro impreso — esas son ventas perdidas. Pero una minoría mucho mayor trata al libro electrónico como una motivación para comprar el libro impreso. Esas son ventas ganadas. En tanto las ventas ganadas superen en número a las ventas perdidas, salgo ganando. Después de todo distribuir casi un millón de copias de mi libro no me ha costado nada.

El punto respecto a un libro electrónico es que es un objeto social. Quiere ser copiado de amigo a amigo, enviado desde una Palm, pegado en una lista de correo. Implora ser convertido en firmas ingeniosas al final de los correos electrónicos. Es tan fluído y tan intangible que puede esparcirse a sí mismo a lo largo de toda tu vida. Nada vende libros tan bien como una recomendación personal — cuando trabajé en una librería, las palabras más dulces que podía escuchar eran “mi amigo me recomendó que leyera…” El amigo había realizado la venta por nosotros, nosotros tan solo debíamos consumarla. En esta época de amistades en línea, los libros electrónicos aplastan a los árboles muertos gracias a las recomendaciones.

Hay dos cosas que los escritores me preguntan respecto a este arreglo: primero, ¿vendes más libros? y segundo, ¿cómo convenciste a tu publicista de meterse en este esquema de locos?

No existe una forma empírica de probar que regalar libros vende más libros — aunque yo ya he hecho esto con tres novelas y una colección de historias cortas (y lo estaré haciendo con otras dos novelas y una colección de historias cortas el próximo año), y mis libros consistentemente hn excedido las expectativas de mi editor. La comparación de mis ventas con los números provistos por mis colegas indica que mis obras obtienen mejores resultados que los libros de escritores similares en etapas similares de sus carreras. Pero, exceptuando regresar en el tiempo y publicar los mismos libros en las mismas circunstancias sin el programa de libros electrónicos, no existe manera de estar seguro.

Lo que es cierto es que todos los escritores que han intentado regalar libros electrónicos para vender libros han resultado satisfechos y estás prestos a hacerlo nuevamente.

¿Cómo convencí a Tor Books de permitirme hacer esto? Tor no es una compañía simplona de la era del dotcom. Es la editorial de ciencia ficción más grande del mundo, y son una división del gigante editorial alemán Holtzbrinck. No son info-hippies con olor a pachulí que creen que la información debe ser libre. Son en cambio asesores astutos en el mundo de la ciencia ficción, quizás el más social de todos los géneros literarios. La ciencia ficción se mueve gracias a los seguidores organizados, voluntarios que montan cientos de convenciones literarias en cada esquina del globo, cada fin de semana del año. Estos promotores intrépidos tratan a los libros como creadores de identidad y como implementos culturales de gran importancia. Evangelizan los libros que aman, forman subculturas a su alrededor, los citan en debates políticos, y algunas veces hasta reacomodan su vida y sus trabajos en torno a ellos.

Lo que es más, quienes adoptaron la ciencia ficción en forma tempranera definieron el caracter social de la misma Internet. Dada la alta correlación entre empleos técnicos y la lectura de ciencia ficción, era inevitable que las primeras discusiones no técnicas en Internet fuesen sobre ciencia ficción. Las normas en línea para la conversación sin propósito, la organización, la publicación y el placer fanaticoide son todas descendientes del universo de fans de la ciencia ficción, y si algún género literario tiene su casa natural en el ciberespacio es la ciencia ficción, ese que acuñó el térmimo mismo de “ciberespacio.”

De hecho, la ciencia ficción fue la primera forma de literatura ampliamente pirateada en línea, a través de canales de “bookwarez” que contenían libros que habían sido escaneados manualmente, página por página, convertidos a texto digital y corregidos. Aún hoy en día, la literatura más amplieamente pirateada en línea es ciencia ficción.

Nada me puede hacer a mí más sanguino respecto al futuro. Tal como el publicista Tim O’Reilly escribió en su artículo original, “Piracy is Progressive Taxation” (“la piratería es un impuesto progresivo”), “[llegar a] ser conocido suficiente como para ser pirateado es todo un logro.” Yo prefiero apostar mi futuro en una literatura que le importa suficiente a la gente como para robarla que dedicar mi vida a una forma que no tiene casa en el medio que domina en este siglo.

¿Qué hay del futuro? Muchos escritores temen que en el futuro, los libros electrónicos lleguen a substituir más fácilmente a los libros impresos, debido a las audiencias cambiantes y la tecnología mejorada. Yo soy escéptico en este tema — el formato de códice ha sobrevivido por siglos como una respuesta simple y elegante ante los requisitos que demanda la impresión, si bien solo para una fracción relativamente pequeña de la población. La mayoría de las personas no son ni nunca serán lectores — pero los que son lectores serán lectores por siempre, y ellos están definitivamente a favor del papel.

Pero digamos que llega a suceder que los libros electrónicos son lo único lo que cualquier persona desee.

No creo que sea práctico cobrar por copias de los trabajos electrónicos. Los “bits” nunca serán más difíciles de copiar. Así que tendremos que inventar como cobrar por algo distinto. Con esto no quiero decir que no se pueda cobrar por un bit copiable, pero es seguro que ya no se puede forzar a un lector a pagar por el acceso a la información.

Esta no es la primera vez que los emprendedores creativos han tenido que pasar por una de estas transiciones. Los actores de Vaudeville tuvieron que realizar la transición a la radio, un cambio abrupto de tener control perfecto respecto a quién podía escuchar su acto (si alguien no compraba la entrada, lo sacaban) a una carencia absoluta de dicho control (cualquier familia cuyo hijo de 12 años pudiese comprar un juego de cristales, el equivalente de aquella época del software para compartir archivos, podía sintonizar el programa). Existieron modelos de negocios para la radio, pero predecirlos a priori no era fácil. ¿Quién pudo haber predicho que las grandes fortunas de la radio vendrían mediante la creación de una licencia que cubriese todas las instancias, asegurando la aprobación del Congreso por decreto, estableciendo una sociedad de cobranzas e inventando una nueva forma de matemática estadística para financiarla?

Predecir el futuro de la publicación — si es que el viento cambia y los libros impresos se hacen obsoletos — es igualmente difícil. No sé como los escritores podrán ganarse la vida en un mundo así, pero sí se que nunca lo sabré si le doy la espalda a Internet. Al estar en el centro de la publicación electrónica, al observar lo que cientos de miles de mis lectores hacen con mis libros electrónicos, yo obtengo una mejor inteligencia de mercado que lo que podría por otros medios. Y también lo hace mi publicista. Es igualmente seria mi intención de continuar trabajando como escritor en el futuro previsible como lo es la intención de Tor Books y Holtzbrinck. Ellos tienen mucho más apostado en el futuro de la publición que yo. Así que cuando yo me acerqué a ellos con este plan para regalar mis libros a fin de vender libros, no tuvieron que pensarlo.

Y es un buen negocio para mi también. Esta “investigación de mercado” de regalar libros electrónicos vende más libros impresos. Lo que es más, el que mis libros sean leídos ampliamente me abre otras oportunidades para ganarme la vida con actividades relacionadas con mi escritura, tal como el puesto Fulbright que obtuve este año en la USC, el artículo por el que pagaron generosamente en Forbes, las conferencias y otras oportunidades para enseñar, escribir y licenciar mi trabajo para traducción y adaptación. El evangelismo incanzable de mis fans hacia mi trabajo no solo vende libros — me vende a mí.

La época dorada los cientos de escritores que vivían a costa de nada más allá de sus regalías ya no existe. A través de la historia, los escritores han dependido de empleos normales, enseñar, financiamiento académico, herencias, traducciones, licenciamiento y otras fuentes variadas que les permitían vivir de sus ingresos. La Internet no solo me permite vender más libros, sino que también me da más oportunidades para tener ganancias mediante actividades relacionadas con la escritura.

Nunca en la historia ha habido un momento en que más gente leyese más libros de más autores. La Internet es un mundo literario de palabras escritas. Qué cosa tan espléndida es para los escritores.

Cory Doctorow es autor de ciencia ficción y co-editor de Boing Boing, un popular blog sobre tecnología, cultura y política. Su trabajo está disponible libre de cargos en Craphound.com.



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