12-01-2008
Entre el viernes y el sábado recién pasados se llevó a cabo la Teletón 2008 en Chile, que este año celebra su 30 aniversario, donde recolectaron la poco despreciable suma de casi 17 mil millones de pesos chilenos, unos treinta millones de dólares al día de hoy. No pasaron desapercibidas dos donaciones privadas de mil millones de pesos cada una (la empresa privada que más donó llegó con dificultad a la mitad de eso).
La meta para este año eran 13 mil millones de pesos, me comentaban que cada año a la hora de fijarla, además de tomar en cuenta qué cosa necesitan, se basa en una simple multiplicación: número de chilenos por mil pesos cada uno. Si aplicaramos eso acá en Costa Rica, nuestra meta para este año debería ser de unos cuatro mil millones de colones (ocho millones de dólares), pero consultado la página de Teletón resulta que alcanza apenas a un poco más de la décima parte de eso.
“Es que ellos tienen mucha plata” — puede ser, pero Chile tiene 4,2 veces la población de Costa Rica, y su PIB es 4,2 veces el de Costa Rica, o sea, en promedio nos parecemos mucho. Nosotros tenemos Intel, que deja cercano a nada acá, mientras ellos tienen a CODELCO, que deja cercano a todo allá. Ahí hay una diferencia importante, pero tampoco tan importante.
¿Cómo es entonces que en Chile recolectan y se pasan con esa cantidad tan grande de dinero para ayudar con la rehabilitación de la población discapacitada mientras que acá en Costa Rica nos las vemos a palitos para llegar a una meta que es proporcionalmente diez veces menor? Es decir, ¿como es que en Chile en promedio cada habitante mete la mano a la bolsa y saca mil pesos mientras que en Costa Rica cada habitante mete la mano a su bolsa y no encuentra cien colones?
“Es que seguramente ellos tienen más problemas de discapacidad que nosotros” — también puede ser, pero cuando uno se fija en las estadísticas respectivas, resulta que ahí también estamos bastante parejos. La OMS dice que el 10% de la población mundial tiene alguna clase de discapacidad, y tanto Chile como Costa Rica están bastante cerca de ese promedio, o sea, también nos parecemos en la atención que es necesaria.
“Es que nuestro sistema de salud pública es mejor” — también puede ser, en Chile los médicos con consulta privada son la norma, no la excepción (para allá vamos nosotros) y es cierto que nosotros tenemos el CENARE, ellos no, pero los centros de atención de la Fundación Teletón ofrecen sus servicios en forma gratuita, uno podría decir que igual que acá en Costa Rica. Sin embargo, proporcionalmente en Chile hay más centros de anteción de esta clase que en Costa Rica.
Y por esta altura ya se van acabando las explicaciones fáciles. Tiene uno que acordarse que en cosa de pocos días María José, si uno le cree a un funcionario del ICE, recibió mensajes de texto que facturaron un millón de dólares, y en los meses anteriores a la final tiene que haber recibido una cantidad comparable, es decir, en total se facturó la quinta parte de lo que la Teletón necesita en Costa Rica y fue a dar a los bolsillos de Sony, Claro y extrañamente el ICE.
Entonces, ¿es simplemente egoísmo? o peor todavía ¿pereza? Me comentaban que a mediados del siglo pasado en Chile era normal el trabajo voluntario y si se fijan en los posters que decoran el blog de Sole el tema en época de Allende era política de Estado. El viejo maldito no pudo acabar con eso y en su época en las poblaciones la gente se organizaba y coordinaba el trabajo que era necesario hacer para que todos pudieran seguir adelante, y eso se mantiene hasta el día de hoy, cosa que sale a relucir por ejemplo cuando ocurren desastres luego de terremotos o erupciones… y tal vez por ahí está la respuesta buscada: las organizaciones de voluntarios en Costa Rica son una rareza, y los que participamos en ellas somos como de otro país.
Entonces, como en Costa Rica hay que cubrir lo que el resto no hace porque está durmiendo cómodamente (o están más preocupados por majaderías como que les cambiaron de día un concierto), este año por favor done por lo menos mil colones a la Teletón, esos son sus cien colones más los de nueve patanes inútiles que no pueden siquiera poner una moneda en una alcancía, mucho menos hacer un depósito en un banco. En serio, vaya y done.