03-04-2010
Hace cuatro años, cuando anunciaban que un economista proclive a mandar correo electrónico no solicitado estaría a la cabeza del Ministerio de Educación, se me ocurrió mandarle este mensaje:
¿Consideraría impulsar una reforma curricular para incluir educación vial en los planes de primaria y secundaria en una forma más amplia? Algo está fallando en Educación Cívica, pues tanto peatones como conductores paracen hacer incluso alarde del irrespeto a la ley de tránsito (y ni qué decir de otras leyes). Por supuesto no es el único problema que existe, pero es uno del que no se habla a menudo. Tal vez comenzar por la ley de tránsito sea un buen primer paso.
En aquel momento me respondió de una forma políticamente correcta:
En realidad estamos pensando en una reforma todavía más integral de la educación cívica... vamos a ver qué tal logramos integrar todos sus aspectos, gracias por las sugerencias.
Hoy, otro de esos correos no solicitados dice parcialmente:
Nuestro paso por el Ministerio ha estado marcado por un objetivo claro: el de hacer una diferencia.
En vista de la respuesta recibida, la autoevaluación de la labor realizada, y el desagradable desenlace que tuvo la reforma a la ley de tránsito, solo puedo decir algo:
¡PLOP!