07-24-2010
Decía yo que tengo una relación odio-odio con los bancos. Ayer el BAC San José me recordó nuevamente por qué.
Por razones puramente prácticas, relacionadas fundamentalmente con el hecho que no quiero tener que ir físicamente al banco, decidí abrir una cuenta en dólares en el BAC. No lo había hecho antes pues preferiría mantener mis relaciones con ellos en el mínimo absolutamente necesario.
Fui a la sucursal a una hora en la que calculé que no habrían muchos clientes. En efecto, me tocó el número que debía ser atendido apenas se desocupara una persona de servicio al cliente. De las cinco estaciones, solo tres estaban funcionando. Pasaron cuarenta y cinco minutos antes de ser atendido. Clientes que llegaron después fueron atendidos antes. Y cuando por fin me atendieron, fue para decirme que, a pesar de que tienen toda una colección de papeles con información mía, necesitan uno adicional, que no provee ningún dato adicional con respecto a los que ya poseen.
Para no desperdiciar el viaje, pregunté por un trámite pendiente, uno que realicé hace un mes y que en aquel momento me indicaron que duraba diez días. “No, lo siento, todavía está en trámite” fue lo único que el empleado del banco acató a decir. Ante mi interrogante de por qué, su única respuesta fue “es lo que estas cosas duran”. “Creo que tenemos una confusión aquí: hace más de treinta días me dijeron que duraba diez” repliqué. “Lo siento, no es posible que ese trámite dure solo diez días” insistió y para “hacerme el favor” realizó un par de llamadas, me aseguró que el papel lo habían pasado a la parte superior de la pila de cosas para firmar y que el asunto estaría resuelto el lunes.
Y ese es exactamente el problema con ese banco: se administra como una pulpería. Si uno es amigo de ñor José, el pulpero, entonces le guardan el pan fresco y le dan la leche que recién recibieron. Caso contrario sacan el pan del fondo del canasto y le dan la leche que lleva tres días en el refrigerador. Mientras esperaba que me atendieran vi como un cajero salía de su puesto y atendía a conocidos “por el lado”, y hasta donde logré escuchar eran cosas como cambios de cheques, consultas de balances y sí, cambiar de posición los papeles en la pila de cosas pendientes por firmar. Además los empleados del BAC mantienen una actitud en la cual ellos no le prestan servicio sino que le hacen favores a los clientes.
Un par de horas más tarde fuí, con el papel requerido en mano, a por un segundo intento. Esta vez fueron “solo” 42 minutos para que me atendieran y “solo” 24 más para realizar el trámite propiamente. Y no exagero: lo cronometré.
A salir, molesto y habiendo perdido más de dos horas de tiempo, dado que me quedaba cerca, fuí a realizar otro trámite a Scotiabank, concretamente solicitar una tarjeta de débito internacional por aquello de una eventual emergencia. Desde que entré hasta que salí del banco, tarjeta en mano, transcurrieron cinco minutos.