Pan y circo

09-20-2010

Por gracia o desgracia, en estos días me ha tocado escuchar comentarios de personas acá en Costa Rica preocupadísimas por la situación de los treinta y tres mineros atrapados en la mina San José en el norte de Chile.

Pocas cosas venden más que la desgracia humana, prueba de ello es un comentario que escuchaba hace pocos días respecto a lo maravilloso que resulta poder observar de cerca y a cualquier hora del día las condiciones paupérrimas en las que tienen que vivir decenas de miles de personas en otro país cuyo nombre que no viene al caso en este momento.

De vuelta en Chile, los mineros con seguridad la están pasando mal — incluso si la están pasando chancho con la de regalos que les hacen bajar todos los días. Pero no se compara ni remotamente a lo mal que la están pasando los prisioneros políticos mapuches en ese mismo país. Les llamo prisioneros políticos porque si bien se los acusa solo de destruir propiedad privada, a diferencia de otras personas procesadas por tal motivo, a ellos se los quiere juzgar en una corte militar por atentar contra la vida humana, es decir, por actos de terrorismo. Hay un cura en Chile que tiene una opinión interesante al respecto.

No sé, ni me importa saber, si Piñera es creyente, pero estoy seguro que, luego de que aparecieron los 33 “todos bien” en la mina, le da gracias a algo todos los días por el milagro. Y no me refiero a que aparecieran vivos, sino al que apareciera algo para mantener a la opinión pública ocupada y distraída durante tanto tiempo. Caso contrario tal vez hubiese sido más notorio que están tratando de alimentar forzadamente a los mapuches en huelga de hambre, acción catalogada por Aministía Internacional como tortura.

¿Se han fijado la prensa costarricense ha hecho eco del caso de los mineros y guarda cómplice silencio en el otro?



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