No hay nada que celebrar: La Nación logró su cometido

04-03-2012

Tal cual buscaba La Nación Fernando Herrero y su esposa Florisabel Rodríguez renunciaron a sus cargos en el gobierno.

No me malentiendan: creo que Herrero es un caradura por no haber puesto su renuncia hace una semana, y Laura Chinchilla una blandengue por no sacarlo cuando el se negó a renunciar. Y más caradura aún por decir ahora que quiere dedicar tiempo a su familia y a la construcción de una nueva vida lejos de las actividades gubernamentales. Si eso fuera cierto habría renunciado hace un mes, o dos o seis, pero no una semana después de que le ha llovido por todas partes.

El problema está en que su renuncia es lo que La Nación venía buscando. Para el grupo de interés económico detrás de La Nación la reforma tributaria es simplemente inaceptable. No se trata ni siquiera de pagar más o de pagar lo que deben pagar, sino de pagar, y más que pagar, pagarle al Estado. Para la gente que comparte su mentalidad hay una diferencia fundamental entre quemar un billete de mil colones y entregarle un billete de mil colones al Estado: sin importar que el efecto neto sea el mismo, lo segundo es pecado, pero lo primero es capricho. Prefieren incluso regarlarle el dinero al primer fulano que se encuentren en la calle antes que pagar impuestos.

La Nación viene desde hace un mes trabajando en este asunto: comenzó con el Poder Judicial, sacando sus trapos sucios, siguió con el Poder Ejecutivo, de lo cual Herrero fue la cereza del pastel y terminó con el Poder Legislativo. Esto es simplemente una advertencia: vean lo que podemos hacer si nos siguen jodiendo, así que paren ahora que pueden.

Acá es cuando la postura de Ottón Solís, de la cual tanta gente en Costa Rica hace mofa, se vuelve de fundamental importancia: no se pueden tener trapos sucios escondidos porque nadie sabe cuándo los van a encontrar ni quién los va a encontrar ni para qué los van a usar cuando los encuentren. La única forma de no tener trapos sucios es no ensuciándolos en primer lugar. Y aún con esa postura, gracias a sus propias falencias, lograron involucrarlo también a Ottón en esta trifulca. Le llevan ganas, y si no sacaron nada más grande es porque no encontraron nada más grande. Pero lograron lo que buscaban, porque ahora la gente dirá, apenas Ottón abra la boca, “¿y usted qué tanto habla, si también estaba evadiendo impuestos?”

La Nación buscaba instalar eso en la opinión pública, y lo logró. Tienen, para usar un lugar común, al pueblo de su lado.

Estoy seguro que cuando se retome la discusión de la reforma en la Asamblea, La Nación va a sacar más cosas a la luz pública. Dependiendo de qué tan importantes sean las cartas que tienen guardadas, puede ser que el gobierno decida sacrificar uno o dos corderos más. Puede ser que tengan algo sobre Liberman o tal vez sobre Chinchilla, y si es así ahí se verá realmente que tan patriotas son los que aseguran que sangran rojo, blanco y azul.



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