Yo quisiera…

11-12-2012

Se acabó la elección en EE.UU. y afortunamente una mayoría de gringos tuvieron el buen juicio de no poner a Mitt Romney en la presidencia. Me alegra que pusieran a Obama, pero me alegra muchísimo más que no pusieran a Romney.

Seguí el proceso electoral prácticamente durante dos años; me quedé con la boca abierta con las idioteces que los precandidatos republicanos dijeron en público y en privado, sin poder aceptar el tamaño de la burbuja de estupidez en la que viven inmersos; me reí con Jon Stewart, Stephen Colbert y Bill Maher, que como analistas políticos son mejores, por mucho, que cualquiera que tengamos acá en Costa Rica, y eso es triste, en vista de que los mencionados son todos comediantes; seguí con preocupación las encuestas, hasta que encontré el sitio de The Huffington Post y entendí que su reporte no era el producto del deseo de un periódico izquierdista negando la realidad sino el resultado de un análisis científico con sentido (y luego encontré paz en el templo de Nate Silver); maldije la masiva ignorancia de quienes deciden su voto por la combinación de colores de la ropa, pero maldije más a quienes dictan los colores de la ropa en función de la ignorancia de los que van a decidir su voto así.

Pero nada en ese proceso electoral me resultó tan impresionante como el discurso de Obama en la noche de las elecciones, discurso que he visto al menos unas tres veces en su totalidad:

hay pasajes en ese discurso con los que no estoy de acuerdo y con los que nunca voy a estar de acuerdo, pero como orador Obama continúa siendo impresionante. Más allá de eso, es un discurso que dentro de su contexto es poderosamente humilde. No es un discurso de “los aplastamos y ahora tienen que ceder”, sino más bien un discurso de “ahora está el trabajo señalado y nos toca hacerlo a todos por igual.” No puedo evitar preguntarme qué hubiese dicho Romney en caso de haber sido él a quien le hubiese tocado dar el discurso respectivo, y me alegro muchísimo pues nunca tendremos que saberlo.

Y luego de ver ese discurso, me enfrento a la realidad del discurso con comparsa de fondo:

Con humildad agradezco la confianza que en mí ha depositado el pueblo… agradezco al Partido Liberación Nacional… Don Pepe… orgullosos de la campaña, de gran contenido… mensaje de respeto… alma, vida y corazón… no tengo como agradecerles… hija de este país… no es un cheque en blanco… dialogar seria y permanentemente… puertas abiertas para todos los costarricenses de buena fe… todo lo humanamente posible… primer país desarrollado de América Latina… página de la historia

Yo realmente quisiera que llegue el día en que rompamos con la racha de mediocridad y que en la noche de las elecciones acá en Costa Rica, sin importar por quien haya yo votado ese día, pueda decir “esta persona será un gran presidente”, porque hace dos años escuchaba y pensaba “¿es esto lo único que nos merecemos? ¿sólo para esto nos alcanza?”

¿Es que acaso es demasiado lo que pido?



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