06-24-2013
La Nación publicó una entrevista con el exministro de comunicación Francisco Chacón. Las respuestas de don Francisco están claramente editadas para que calcen con el formato de la Revista Dominical, y hay pasajes donde resulta realmente difícil distinguir entre qué fue lo que don Francisco realmente quería decir y que fue lo que sobrevivió luego de la edición. No tengo ninguna duda respecto a que todas las palabras impresas salieron de la boca de don Francisco, pero dudo mucho que esas sean todas las palabras que salieron de ahí.
Curiosamente en la entrevista don Francisco augura la superficialidad de la misma diciendo “la premura hace que [los periodistas en Costa Rica] no tengan el tiempo suficiente para hacer las preguntas correctas y a veces da la impresión de que no están tan interesados en buscar la verdad de los hechos sino en pedir la opinión para consignarla en el artículo”, y hasta explica porque esto es así cuando señala que la causa es “en general, poca preparación sobre los temas de fondo.”
Este problema se ve bien reflejado cuando ante la pregunta de si “¿hay algo que hizo para la campaña del “SÍ” que hoy no hubiera hecho?”, la peridista acepta esto como respuesta: “Era lo que le convenía al país. Ahora, me parece que hubo un caos muy grande y se desperdició mucho tiempo, recursos y plata.”. Si esa fue toda la pregunta y esa fue toda la respuesta, hay muchísimo espacio para la interpretación. ¿Quiere don Francisco decir que hubiese hecho exactamente lo mismo, pero por otra vía, a fin de no desperdiciar tanto tiempo? ¿quiere decir que todo el tiempo que se puso en la aprobación del CAFTA fue un desperdicio, pues al final terminó aprobándose de todas formas? Pero más importante, ¿por qué la periodista, al hacer una pregunta bastante concreta y no recibir una respuesta, acepta lo que le dan y sigue adelante?
Los periodistas justifican esta actitud de muchas formas. Basta con escuchar a Vilma Ibarra y Boris Ramírez, profesores de periodismo, dando una multitud de razones de por qué hay ciertas cosas que un periodista no hace en una entrevista, entre las que lamentablemente ellos incluyen, con sus propios eufemismos, darle seguimiento a una pregunta.
Pero esta entrevista es llamativa en un aspecto particular: en una forma muy diplomática, deja a don Fracisco muy mal parado, con respuestas que bordean en lo arrogante, que en Costa Rica es pecado capital. Desde que don Francisco asumió el ministerio de comunicación, los periodistas en Costa Rica han tenido sangre en el ojo: ¿por qué un abogado se hace cargo de la comunicación del gobierno? ¿es que acaso no hay suficientes periodistas en el país que puedan hacer ese trabajo? La sangre es tanta, que se ciñeron en el tema de la mala imagen de la presidenta, y le quisieron endilgar el problema a don Francisco, cuando en realidad el asunto no es imagen, sino desempeño. Sin importar el presupuesto para maquillaje, ningún periodista hubiese podido cambiar eso.
Esta entrevista deja un desagradable saborcillo a vendetta en la boca, y de eso no está hecho el buen periodismo.
PS: Mi política es no poner links al periódico La Nación, primero porque no quiero darles la publicidad, y segundo porque si pongo un link hoy, no sé que va a pasar en el futuro. La nota al final de todas las páginas de La Nación es absurda, y alguien capaz de poner algo como eso en una página web, cualquier día se despierta con la luna y traslada el asunto a un abogado, y la verdad no me quiero encontrar en esa situación. Tal vez en una dimensión diferente, esta semana mi temor se vió confirmado cuando La Nación destruyó todos los links existentes hacia su sitio web al cambiar el formato de las direcciones de los artículos. Creo que el enlace y las citas que aparecen en este artículo están dentro de lo permitido por la ley, a pesar de que La Nación quiera asegurar lo contrario.