A menudo me llega una notificación de este blog respecto a que hay un nuevo comentario en algún artículo antiquísimo, así, de hace doce, dieciocho o veinticuatro meses. El comentario resulta ser alguien dejando spam, nunca es publicado y eventualmente lo borro. Tiene sin embargo algo positivo: me recuerda la existencia de esos artículos antiquísimos y me deja releerlos a la luz de acontecimientos posteriores.
Un de ellos, al que le llamé “de pajas y vigas” dice entre otras cosas: