Localismos, parte II

12-27-2005

Mi buena acción del día: llevar a una señora en labor de parto al hospital.

Bueno, no la llevé yo, pero suena más lindo así.

Lo que en realidad pasó fue que venía de San Pedro a Heredia en busca de una piecita que ocupo de repuesto y recordé que en el Paseo de las Flores hay una tienda que la podría tener. Por ello hice San Pedro, Calle Blancos, la República, Barrio México y de ahí la intención era ir para la Uruca y Heredia. Antitos de llegar a Barrio México estaba esperando un semáforo y el señor del lado mío me pregunta que cómo se llega al Hospital México. Desde ese lugar la ruta segura (seguramente más rápida) era meterse como quién dice por detrás de la Coca Cola hasta entrar a la General Cañas por atrás del Yaohan, pero eso requiere conocimiento local del desmadre y medio que es ese sector de San José. La cara del señor sin embargo no daba signos de que iba a entender tal explicación. Por ello le expliqué la ruta simple: “dobla aquí a la derecha, yo le doy campo, y sigue la calle hasta la Pozuelo y allí dobla a la izquierda, llega a la rotonda del Juan Pablo II, sigue recto doscientos metros, dobla a la derecha, sigue la calle como devolviéndose, y allí entra al parqueo del México.” Fue en ese momento cuando noté que la señora en el asiento del pasajero que estaba haciendo cara de “¡ahórrese las explicaciones y sáqueme de aquí!”

Le pregunté al señor “¿y para qué necesita ir al México?” “Es que mi señora ya se va a mejorar” Procese… procese… procese… ¡ah! ¡Mejorar! Eso que yo digo cuando Fulano tiene gripe y yo le digo a la esposa “ojala se mejore pronto” y me quedan viendo como si fuera extraterrestre. Como la explicación simple no parecía tocar puerto preferí decirle “vea, hagamos esto: doble acá a la derecha, yo lo dejo pasar, yo luego lo paso y Vd. nada más me sigue, ¿ok?” Con esa cara de “Dios se lo pague” que un güila pone cuando uno le dice que ya no está castigado me dijo que estaba bien, que muchas gracias. Me lo llevé así hasta L&S, lo metí a la pista — tratando de no dejarlo perdido –, lo llevé hasta la rotonda del Juan Pablo II, hice el desmadre indocumentado que hay que hacer para entrar a la calle lateral del México y lo llevé hasta la puerta del parqueo. Supuse que ahí encontraría el solito como llegar a emergencias si era necesario o a la admisión. Me di vuelta y no supe más de la historia. Ojalá todo saliera bien para la señora y la nueva criaturita.

¿Por qué es tan difícil para el MOPT (o la municipalidad de San José o la que sea que corresponde) poner señalización decente para llegar a los hospitales? Ojalá nunca me toque tener que ir al Max Peralta, porque no tengo ni idea de por donde comenzar. Y al nuevo hospital de Alajuela la semana pasada corroboré que es una completa aventura llegar, apuesto que hasta con mapa en mano es complicado. Al San Vicente de Paul llego porque manda banano: viví como cinco años a doscientos metros, y me sé todas las locuras de calles de una vía por pedazos que lo rodean. Hay más letreros para llegar al “Butterfly Farm” en San Antonio de Belén (doy fe que comienzan hasta quince kilómetros antes del sitio) que para llegar al Calderón Guardia desde Calle Blancos.

Y para quién se lo esté preguntado: los señores no tenían cara de querer ver cuestionada su intención de ir al México, así que ni hice el intento.



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