03-23-2006
¡Por fin! Por fin encontró el Plan Fiscal su justo destino: morir enterrado y sin honores. La Sala IV le pegó el equivalente de un tiro en la nuca y si ahora solo agoniza en la Asamblea Legislativa es porque la carne de burro es dura.
Y las reacciones no se han hecho esperar. (De) hipócritas en su mayoría, pues quienes claman por la aprobación del Plan Fiscal ya llevan caminados desde hace meses y meses planes y métodos para evadir los nuevos tributos que deberían pagar bajo el nuevo régimen. Métodos que tal vez no son ilegales — en razón de funcionar dentro del marco legal — pero con seguridad inmorales, pues su fin es únicamente evadir el pago. Alguno, muchos con seguridad, saldrán con ese repelente “al que es tonto ni Dios lo quiere”, que conlleva una afirmación muy fuerte: “quien paga sus impuestos como debe es tonto, allá él.”
La primera vez que leí el Plan Fiscal — sí, lo leí todo — mi reacción fue “esto es una ley mala” por el simple hecho de ser una ley ilegible. Es probable que ni siquiera un economista (disculpas por el mal Francés) entienda realmente que dice esa cosa. Casi seguramente se necesita ser contador, no tanto para entender que dice, sino para ver qué no dice y por ende por donde se puede uno escapar.
El Plan Fiscal no es una ley, es una multitud de ellas, todas complicadas, pero la más complicada es quizás la que se refiere a Renta. Alguien dirá que un tema complicado requiere de una ley complicada. ¿Es complicado un acelerador de partículas? Pues es un chuche de varios cientos de toneladas y que cubre varios kilómetros cuadrados de superficie… a mi eso me suena a un buen indicio de un aparato complicado. Sin embargo las leyes que rigen su comportamiento se escriben en cuatro líneas. ¿Es acaso la llamada ciencia económica una cosa más complicada que la Física?
No se trata de oponerse a pagar tributos, pues de esos honestamente pagamos pocos (o somos pocos los que los pagamos). Esa no es la razón para oponerse al adefesio que hizo perder tres años de tiempo a todo el país. La razón es más simple: por una parte yo no confío que el gobierno pueda recolectar más dinero apretándonos más a todos, pues eso será solo razón para que se evada más; por otra a quienes el gobierno apreta más es a los que menos tienen, pues quiere aumentar el impuesto que todos pagan, ese que pagamos en el super, en la pulpería, en la librería y en todas partes. No contento con eso, quiere además que paguemos impuestos en el sastre (es más barato un traje de sastre que de Zara), en el zapatero, en la reparación de chunches eléctricos, en el mecánico, … Y si el de a pie no va al mecánico, el dueño del be-eme si lo paga, pero la factura se la pasa eventualmente al de a pie.
La evasión se estima en un nivel asquerosamente alto. Si el gobierno quiere más plata, puede comenzar por demostrar que por un lado, es capaz de recolectar una parte significativa de lo que se debe recolectar, y por otro que es capaz de meter a la cárcel a quienes evaden. Pero no a quienes evaden cinco pesos cuando dicen “sin factura está bien”, sino a quienes evaden cinco millones.
Sí, paguemos más, pero paguemos más proporcionalmente.