11-24-2009
Casualmente en la mañana mi compañera me recordaba — desde mi punto de vista en una forma un tanto desmotivada — mi tirria para con el fútbol. Y digo que casualmente porque durante el día escuché un par de cosas que, sin querer, tuvieron que ver con eso. Dos son quizás las más relevantes.
Por un lado, si le creo a los programas de radio que escucho, parece que algún día de estos se volvió a repetir el vergonzoso incidente de ganar un partido de fútbol haciendo trampa, esta vez en la clasificatoria al mundial de fútbol en Sudáfrica. Dice Wilson Tapia:
[…] Maradona hace el primer gol, que lo hace con la mano, claramente, salta y golpea con la mano la pelota […] el gol de “la mano de dios” […] ¿quién le pone el nombre a esto? Se ha dicho que los periodistas, pero en realidad es el propio Maradona quien entrevistado después por los periodistas de manera insistente dice que en realidad el gol lo hizo “parte con la cabeza y parte con la mano de dios”. Después, en sus memorias, Maradona reconoce que en realidad la mano de dios fue la mano de Diego y que no hay tal cosa sino que él simplemente puso la mano y metió el gol y fue “como sacarle dinero de la billetera a los ingleses”. […]
Los dos tienen un punto en común: no corrigen al árbitro y le dicen que debe anular el gol porque en realidad fue viciado. Allí está el problema porque la FIFA precisamente predica el “fair play” que significa “juego honrrado”, “juego limpio” y esto es lo más contrario a eso. Hay un punto que a mi me parece interesante: yo he escuchado a diversos comentaristas, entre ellos a uno de [TVN] que dice que en realidad Thiery Henry su misión no es arbitrar, por lo tanto no es reponsabilidad de él, que el que tiene la responsabilidad en esta historia es el árbitro sueco. Si fuera así la verdad de la milanesa, nosotros tendríamos que concluir que el ladrón que no es sorprendido ni es castigado por ese delito, el culpable es el juez, cosa que a mi me parece absolutamente cuestionable, sobretodo en la visión de una emisora estatal, que debe velar precisamente por la formación ética de sus telespectadores y de los chilenos en general.
Y es que estamos hablando de ética y por eso a mi me interesa el tema más allá del fútbol […] creo que acá hay un tema de fondo, porque esto es un fenómeno social muy importante: el fútbol hoy en día se ha transformado en un fenómeno social, barras bravas incluídas por cierto, que permite sacar a muchos jóvenes y a muchos niños de situaciones absolutamente deprivadas y con declive hacia la delincuencia o hacia las drogas, pero con estos ejemplos, y con este tipo de defensa que hacen de este tipo de maniobra, de este tipo de “vivezas”, uno llega a la conclusión de que así el deporte no puede servir. El deporte es para elevar comportamientos éticos, para entrenar valores, me imagino yo, así estará pensado, y que incluso en una emisora estatal se diga lo contrario a mi me parece que es una aberración.
No soy fan de Maradona y por eso no sabía del grado de cinismo con el cual hace alarde del incidente de la mano. Me parece que Wilson Tapia lleva toda la razón del mundo: esa clase de conducta va contra los valores éticos que el deporte dice que promueve.
Lo grave del asunto es eso: hoy en día, todos los días, encontramos ejemplos cínicos como estos, de parte de deportistas supuestamente profesionales, que son los ídolos de jóvenes por todo el mundo, y que estos últimos se dedican a emular a ojos cerrados. Basta abrir los ojos en la calle: cada vez con más frecuencia vemos niños y jóvenes con artículos coleccionables de los más variados equipos, cuyos precios se miden no en pocos miles, sino en salarios mínimos, es decir, con lo que cuestan “los tacos y la chema” un cuarto de millón de familias en nuestro país tienen que ver como hacen para comer durante todo un mes. Y al insulto se añade injuria cuando uno ve como la globalización ha hecho que, por lo menos para algunos hijos de personas económicamente bien acomodadas, puedan andar no solo con la camiseta y los tacos de “la S” o “la liga”, sino también de “el Barça”, “la Juve”, “el River” o “el Inter”.
El comentario de Wilson Tapia entró en resonancia en mi cabeza con la segunda cosa que escuché durante el día, una reflexión de Jaime Ordóñez, que parafraseando decía:
¿Qué sucede en la mente de las personas que, por diversas circunstancias, se la tienen que jugar día a día para ver si consiguen llegar a final de mes con las cuentas, cuando tienen que ver anuncios que pregonan “carro último modelo, ahora solo treinta y nueve mil quinientos dólares”?
Él hipotetizaba que en esa inequidad, cada día más aguda en nuestro país de acuerdo con el programa de Estado de la Nación y varios organismos internacionales, se encuentra el germen de la violencia e inseguridad que se están comiendo nuestra sociedad. Yo creo que se queda corto y me atrevo a dar un paso más: es en esa inequidad, abonada con antivalores como aquellos de los que hacen alarde las “figuras a emular” de nuestros días, que germinan nuestros problemas sociales.