12-05-2009
En mi reciente opinión sobre la campaña política decía que la del Movimiento Libertario es “una campaña efectista”. A la luz de la más reciente encuesta realizada por Unimer se me hacen necesarias un par más de palabras al respecto.
La primera es que la interpretación de los resultados es un poco más que alegre. Si yo hago una encuesta entre diez personas al azar y les pregunto “¿qué prefieren? ¿los cocos o los limones?”, y dos me dicen cocos, tres me dicen limones, dos más me dicen “ninguno de esos” y tres más me dicen “no me jodás, preguntame algo con sentido”, entonces tengo una encuesta que se puede interpretar en una forma similar a la de Unimer. Si decido que los que me piden que les pregunte otra cosa no cuentan, entonces los números se transforman en 30% comen cocos, 40% comen limones y 30% comen otra cosa. Todo esto para decir que ese 30% para el Moviemiento Libertario, más que otra cosa, es una profecía intentando predecirse a sí misma. ¿Qué mejor campaña que sacar titulares que digan que el ML tiene “un acelerado crecimiento” y darle credibilidad a la afirmación con una encuesta realizada por una empresa seria? Después de todo, funcionó bastante bien en el 2007…
La segunda es que cada pueblo tiene el gobierno que se merece. Si una campaña absurda y efectista como la del ML es capaz de convertir a más o menos 200 mil votantes entre dos opciones que son sustancialmente distintas desde el punto de vista de las consecuencias que pueden tener para esos individuos — olvídense del país, ¿a quién le importa el país hoy en día?, entonces se merecen todo lo que se les viene encima. De la campaña los “analistas” pueden decir lo que quieran: que está bien pensada, que es clara, que aprendieron de sus errores, que ofrece lo que la gente quiere y otras tonterías como esas. Pero una cosa es clara: están vendiendo un presidente como si estuviesen vendiendo refresco o papel higiénico. En palabras simples: el objetivo es ganar, cueste lo que cueste.
¿Y para qué exactamente quiere ganar el Movimiento Libertario? Antes de responder eso, hay tener claro algo: tal como su nombre lo indica, no estamos hablando de un partido político, sino de un movimiento. Su aspiración no es el gobierno, es simplemente la modificación de la sociedad. La propuesta inicial no suena tal mal: que todos sean empresarios, que todos sean dueños de su propio negocio. El diablo sin embargo está en los detalles, incluso en los más simples: en su propuesta fundamental, una empleada doméstica es su propio jefe, acepta “clientes” y deja “clientes” según le convenga — obviamente esos “clientes” no se ven a sí mismos como tales, sino como patrones. En ese esquema es la persona prestando el servicio, la “empresaria”, la que se debe hacer responsable por ejemplo de los seguros de trabajo y enfermedad, los cuales simplemente financia con lo que cobre por el servicio que presta. Llevado un paso más allá, esta empresaria decidiría con cual empresa tomar un seguro de estos, es decir, no existe el concepto de “La Caja”, pues en su condición de monopolio es por definición ineficiente y debe ser eliminado quirúrjicamente.
Otro ejemplo más es el ambiente. Esta es la gente que cree que el calentamiento global es una conspiración mundial para crear más puestos de trabajo para “burócratas inútiles” y pocas cosas los harían más felices que simplemente eliminar todas las “regulaciones absurdas” que existen en torno a la emisión de gases de efecto invernadero. En la misma línea, “proteger el ambiente” es privar a los emprendedores de su derecho de explotar cualquier recurso que esté a su alcance, llámese esto bosques, agua, playa, mar, ríos o literalmente lo que sea. De hecho la campaña aludida se refiere tangencialmente a esto: Otto Guevara personalmente dice que no le renovará el contrato a RTV. Lo que no dice es que hará en su lugar, y dado el razonamiento que usa (“esto le sale demasiado caro al pueblo”) no resulta impensable que la propuesta sea reemplazar a RTV con “nada” (diga lo que diga el panfleto que llaman plan de gobierno).
Obviamente la otra cosa en la mira del Movimiento Libertario es la energía. Pero no en el sentido de lograr seguridad (o independencia) energética, sino, para utilizar su lenguaje, “eliminar los abominables monopolios”, es decir, RECOPE y el sector de energía del ICE. En su línea de pensamiento esos son dos negocios lucrativos y mantenerlos en un esquema de monopolio significa negarle la oportunidad (a unos pocos con la capacidad económica, pero ssssh, no digan eso muy duro) de sacar una tajada de ese pastel. Esto viene de la misma gente que ha ido poco a poco minando la capacidad del ICE para crecer como empresa. Para cualquier empresa es normal tratar de expander su ámbito de actividades, y eso se logra tomando las ganancias que se tienen en un sector y reinvirtiéndolas en otro. Pero exactamente eso le es negado al ICE, cada día un poco más. El ICE no puede utilzar las ganancias del sector de energía para invertirlas en telecomunicaciones, ni a la inversa, aunque sí podía hacerlo, y de hecho lo hacía, en el pasado.
La seguridad que cacarea la campaña política no se trata de eliminar las causas de la delincuencia, se trata de poner más armas en manos de la gente para “defenderse”, sea esto abrir aún más el negocio de la seguridad privada — o en otras palabras, hacerla cada día más un bien más inaccesible, como pasa con la salud y la educación — o poner literalmente más armas en manos de la gente. Todo esto pues resolver las causas (inaccesibilidad de la educación, mejoramiento urbano, disminución de la inequidad, etc) requiere de intervención estatal, y eso es pecado en ese evangelio.
Entonces sí, lo que el Movimiento Libertario dice que ofrece es en efecto lo que mucha gente quiere. Lo que el Movimiento Libertario no dice que desea es lo que esa misma gente no quiere. Ese refresco se puede ver atractivo en el cartelón en la carretera, pero ahí no dice que se come poco a poco todo el calcio de los huesos…