05-27-2012
Entre políticos y periodistas acá en Costa Rica no se hace uno. Tenemos de todo: hay algunos políticos a los que cualquier periodista mediocre les saca una entrevista con la que la gente aplaude y alaba. Para no ir demasiado lejos, Laura Chinchilla queda apenas a la mano. Si uno lee y piensa, se da cuenta que son declaraciones huecas, sin mayor sustento, pero que complacen, porque dejan de qué hablar en el café de la tarde ó la tomatinga de la noche. Un periodista bueno le rebate y la mete en un zapato, pero ahí la entrevista se hace demasiado complicada y ya no complace.
Hay otros políticos, como Carlos Ricardo Benavides, que son tan tiesos de verbo que se ocupa de un periodista que se la juegue para sacar una entrevista decente, pues uno mediocre no sabe qué preguntarle y él, aparte de unas respuestas bien ensayadas y empacadas, no le va a regalar ni para el titular. Un periodista jugado sabe por dónde y cómo llevárselo, para meterlo al corral de dónde solo puede salir con respuestas que alcancen, por lo menos, para relleno si no hay nada más que publicar ese día.
Hay otros, como José María Figueres, que ocupan de un periodista que los mantenga a raya para que la entrevista salga bien. Y hay que admitir que aún con uno de esos, basta con que Chema les ponga la mano en la rodilla para que se vuelvan mantequilla y pierdan el control de absolutamente todo.
Y entre toda esa colección de decepciones, tenemos unos poquitos políticos que no importa el periodista que les pongan en frente, ellos van a hacer con la entrevista lo que les venga en gana, se van a autoentrevistar. Ese fue el caso de Ottón Solís en Desayunos de Radio Universidad. Ana Helena Chacón y Gustavo Araya podrían haber comenzado el programa diciendo “tenga don Ottón, diga lo que quiera durante la próxima hora” que habría salido exactamente el mismo programa.
No me malentiendan: bien vale la pena sacar la hora para escuchar la entrevista que Solís se hizo a sí mismo. Como es de esperar, comienza por la necesidad de poner la ética en el gobierno en el centro de la discusión, que es un tema que él nunca a va dejar de sacar a la conversación, independientemente de lo que le pregunten. Pasa a revisar las condiciones en las que se encontraba la Alianza por Costa Rica, y qué es lo que él hubiese preferido en las circunstancias con las que se contaba. Su respuesta sorprenderá a muchos que están convencidos que él busca el poder por el poder mismo (cuando se busca el poder, se hace, por ejemplo, lo que hizo Liberación Nacional). En la entrevista Solís defiende la necesidad de una alianza programática, de bases, y no como se hizo, una alianza electoral entre cúpulas. Describe duramente la actuación de la comisión de asuntos hacendarios, que las tuvo todas para hacer cualquier cosa que hubiese querido, y sin embargo emitió un informe negativo de mayoría, que no es poca cosa: la comisión donde la Alianza por Costa Rica tenía mayoría, emitió un informe contra sí misma.
En otro tema, Solís da su propia versión de las circunstancias al rededor del pacto con el Poder Ejecutivo que condujo a la presentación del Plan Fiscal, y le recuerda a los oyentes que el PAC, en efecto, tenía en su programa de gobierno la cosa fiscal y específicamente el aumento de impuestos, a diferencia de Liberación Nacional. Lo que él argumenta es que no se le puede cobrar al PAC actuar en consonancia con lo que anunció y prometió en campaña.
Hacia el final se refiere a la posibilidad de presentar su nombre para la próxima convención del PAC y asegura categóricamente que si él ha sido candidato tres veces y no ha resultado electo, él prefiere pensar que el problema es su persona y no la agenda del PAC, por lo tanto no será siquiera precandidato por ese partido. Le deja todo el espacio abierto a gente como Román Macaya, Luis Guillermo Solís y Epsy Campbell, entre otros. Insiste en su desacuerdo con la convención abierta que el PAC decidió utilizar para la elección de su próximo candidato presidencial, pero asegura que apoyará a quien resulte designado.
Y en todo esto, los dos entrevistadores, bien, gracias. Supongo que el café estaba bueno.