09-26-2013
La semana pasada estaba José Miguel Corrales en Hablando Claro y comentaba de asuntos de por aquí y por allá.
Es incuestionable que don José Miguel ha tenido asiento de primera fila en muchos eventos históricamente relevantes para Costa Rica. Mencionaba él por ejemplo un episodio de su candidatura presidencial en 1998 cuando el día antes de las elecciones se reunió la cúpula de Liberación Nacional a decidir por quién votar. Obvio: por Liberación Nacional… ¿se cae de maduro, no? Pues no: decidieron votar por Miguel Ángel Rodríguez, ese que resultara electo y, según nuestro sistema judicial, poco tiempo después metiera la mano en negocios del Estado para echar plata en su propia bolsa. Puede uno imaginarse que para Liberación Nacional el cálculo fue que con Miguel Ángel las ganancias eran mayores.
Eso que puede resultar otra anécdota colorida de una política mezquina y cortoplacista como la costarricense, es una ventana a una cosa mas grande: el bipartidismo en Costa Rica no es tal. Don José Miguel decía al inicio del programa que, en los 80, cuando se fabricó el bipartidismo él aplaudía, pues creía que empezábamos a caminar por la vía de EE.UU. o de Inglaterra, con dos partidos fuertes y con visiones opuestas de desarrollo. Teóricamente eso lleva a un sistema donde se obtiene lo mejor de ambos mundos, dada la imposibilidad de gobernar en solitario y la necesidad de cruzar el pasillo para lograr avanzar. Claro, pregúntenle a Obama como le va yendo con eso…
Acá el bipartidismo tomó un tono diferente: básicamente los mismos fines, con pocas y sutiles diferencias que dependían mas del candidato que del partido. Cuando se cambia de gobierno, funcionarios entran y funcionarios salen, pero la dirección en la que van las instituciones es básicamente la misma. Ha habido notables excepciones, como Francisco Antonio Pacheco, que trajo cambios reales a Educación en el primer gobierno de Arias, y tal vez Elizabeth Odio en Justicia, pero la mayor parte del tiempo se trata de seguir pateando la bola en la misma dirección, no necesariamente para adelante. Véase por ejemplo Obras Públicas, donde la nota constante ha sido deshacer el MOPT, sin importar si el partido de turno es de un lado o del otro.
En otras palabras, nuestro bipartidismo no se trata de llevar al país para acá o para allá, se trata, como la enorme mayoría de las cosas en Costa Rica, de amiguis. Nuestro país está permanentemente gobernado por un grupo de parvularios que se hablan con este y con aquel, pero no con el de mas allá porque les cae mal. Pusieron a Miguel Ángel no porque fuera a hacer los cambios que querían, sino porque era amiguis: les daría mas acceso a los negocios que querían.
En esa situación la campaña se trata en el fondo de convencer a una pelota de gente que no está dentro de la argolla para que vote de una forma u otra. Legítimos seis grados de separación: la cúpula del partido ya de por sí es una argolla, cualquiera que éste sea; luego vienen los amigos, familiares y empleados de esa argolla; y luego los que le siguen, y le siguen y le siguen. Eventualmente le llegamos a todos los votantes, y en cada paso se diluyen un poco los intereses, hasta que llegamos al punto donde la gente cree que vota por el partido, no por otra cosa.
Muchos de los “nuevos” partidos son más de eso: amiguis que ya no son amiguis. Los Libertarios se pelearon con la Unidad; Otón se peleó con Arias; Corrales se peleó con más de los que vale la pena mencionar; Luis Guillermo se peleó con Liberación… Algunas de esas peleas fueron por cuestiones de ideas, pero muchas fueron porque ya no les daban el campito prometido. Otros son simplemente gente que no eran amiguis para comenzar: el PASE, el Frente Amplio, los evangélicos. La realidad de las cosas en Costa Rica es que si uno quiere participar de la política partidaria o hace casa aparte o se hace amiguis de alguien dentro de uno de los partidos establecidos; las ideas valen relativamente poco.
La gente que añora el bipartidismo en alguna forma lo que añora es la facilidad que les daba el sistema: estos son amiguis y aquellos no, a estos hay que pagarles o cobrarles los favores y a aquellos no. Sin bipartidismo hay que negociar, porque ya no se trata solo de cobrar favores.
Hay sin embargo un problema: si gana el PAC, por decir uno, ¿quién va de ministro? ¿viceministro? ¿asesor? ¿juntas directivas? ¿embajadas y afines? Teóricamente no serán gente de Liberación, o de Unidad, o de lo que sea. Sería gente afín al PAC que además debe querer el puesto y poder ejercerlo, pues nada ganamos con un excelente presidente si no tiene gente que ejecute. Y aquí me temo que corremos el riesgo de salir con el domingo siete: “es que en Liberación Nacional también hay gente muy valiosa.” Erhm, sí, seguro, pero el problema es que mucha de esa gente valiosa también participó de la fiesta.
Mi solicitud a los partidos: si ustedes van en serio con lo de llegar a la presidencia, presenten al menos al gabinete antes de la elección.