Chocolate sin cacao

11-25-2005

Para esta altura todos a quienes les importa ya han leído el artículo de Leonardo Garnier titulado Chocolate sin impuestos y a quienes no les importa (¿nada? ¿la “política”? ¿el país? ¿el cacao?) ya lo han bloqueado de la mente, así que los del segundo grupo por favor procedan a bloquear esto también.

En algún momento dije algo en un foro público y recibí una invitación para ser anotado en la lista de distribución de don Leo. Y acá subrayo que fue una invitación, no fue que me anotaron sin consentimiento. Don Leo hace (y acá voy montado en los patines de la buena fe y voy a suponer que efectivamente es él quien hace estas cosas) algo muy peculiar que casi casi lo pone en mi lista de spammers: envía notificaciones personalizadas cada vez que publica un artículo. Es decir, manda correos que dicen “Hola Marcelo, la columna de la semana pasada – ‘Chocolate sin ¿impuestos?’ – generó una gran cantidad de comentarios, la mayoría de los cuales giraban alrededor de varios temas comunes. […]“. La primera vez que recibí uno de esos casi le respondo, pero luego de releear entendí la intención…

En fin, el mensaje de hoy dice precisamente lo citado y un tanto más. Leyendo las reacciones al artículo (tanto en el sitio de don Leo como en otras partes) es cuando me pregunto otra vez para qué diantres estamos nosotros de masoquistas metidos en educación: ¡la gente tal vez sepa leer, pero en compresión de lectura todavía están en primer grado!

“Aumentar la carga tributaria” no quiere decir “aumentar los impuestos”. Quiere decir cobrar los que ya existen como se debe. El problema con la evasión lo puede explicar uno muy fácil con una batería de veinticuatro voltios. Ingredientes: batería de veinticuatro voltios, sujeto de prueba que no tenga experiencia “previa” con electricidad, unos pocos billetes de mil colones. Instrucciones: haga que el sujeto de prueba le ponga la lengua a la batería, y por cada vez que lo haga, dele uno de los billetes. Observaciones: el sujeto le pone la lengua a la batería un par de veces y luego decide que el dolor causado por esta acción no vale mil colones, por tanto deja de hacerlo. Es lo mismo con los impuestos: hay que poner algo de parte de uno para recibir algo a cambio. Si la retribución no es suficiente, se deja de poner ese algo. Es decir, hay que pagar impuestos para recibir beneficios de parte del Estado.

El problema con la analogía por supuesto está en que lo que uno tiene que poner es proporcional a lo que uno ya tiene. En cambio lo que uno recibe no es proporcional al haber. Eso hace que se pondere “pagar y recibir” vs. “no pagar y ser castigado”. Si el beneficio de no pagar compensa el riesgo de castigo que se corre, simplemente no se paga. ¿Cuándo ocurre eso? Cuando más se tiene, es decir, quienes tienen mayor motivación para no pagar impuestos son precisamente quienes más tienen. Y para terminar de desequilibrar la balanza, son precisamente quienes más tienen los que mejor acceso a los “medios de no pago” tienen (e.g. cada sociedad anónima de la cadena de evasión cuesta del orden del cien mil colones, y para que el método funcione se ocupan un par de esas).

En otras palabras, estoy diciendo que se deben mejorar los controles y aumentar las penas.

Por supuesto hay siempre quienes defienden que los impuestos que ya existen no son suficientes (doña Joyce Zürcher hoy en el Plenario, por ejemplo, que parecía niña Pochita diciendo algo que sonaba a “vea mijito, si Vd. no tiene platica para hacer proyectos no los puede hacer, y la platica viene de los impuestos”). Hay quienes defienden que los impuestos que ya hay son demasiados. Hay quienes creemos que, en el estado actual de las cosas, le toca a Hacienda demostrar que puede cobrar impuestos eficientemente, y con eso se va a ganar el derecho a pedir más impuestos, no a la inversa.

Don Leo en su artículo dice también “[…] en Costa Rica apenas un 13,5% de la producción [va] al pago de impuestos para financiar los bienes y servicios públicos, países [nórdicos] dedican entre un 33% y un 36% de su producción [al mismo rubro]“. Ante eso unos opinan que ellos recolectan más porque no tienen corrupción, lo cual es cuestionable. La evasión es menor porque ellos si ven el efecto de pagar los impuestos como se debe. El círculo vicioso que nosotros tenemos es que como no se ve el efecto del pago de impuestos entonces se evade, y como se evade no hay como mostrar el efecto del pago. Por otro lado, alguna gente dice que pagar más no quiere decir estar mejor, pues puede querer decir despilfarrar más. A eso hay que señalar que si existe correlación positiva entre cargas tributarias altas y mejores índices de vida (c.f. Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo). Y para los economistas del público: que exista una correlación no quiere decir que exista una relación causal, pero eso no quiere decir que uno meta la correlación debajo de la alfombra por eso. Es claro que pagar más no garantiza que se va a usar mejor, pero para eso tenemos otras instituciones, que es otro círculo vicioso: “como se lo roban no pago, por tanto no hay instituciones financiadas para que eviten el robo”.

Esto es otra forma más de “yo primero, mujeres y niños después”. Quienes proponen bajar la carga tributaria por unos años para que así las cosas “despeguen” para que luego, cuando estemos volando con dos motores, la podamos subir otra vez, están convenientemente ignorando el problema a corto plazo: si le corto al Estado su mayor fuente de recursos, este a su vez tendrá que recortar donde más fuerte pega, por el lado del gasto social. Es decir, educación pública financiada aún peor, salud pública más costosa, peor protección de recursos naturales, … Ya tenemos una generación perdida, no nos vamos a hacer ningún favor perdiendo una segunda. Para poder hacer bajar la carga tributaria sin las consecuencias negativas para la parte más sensible de la población es necesario tener un salvavidas, como lo es subsidios y apoyo de gobiernos “amigos”.



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